Clausura del 58 Festival de Teatro Clásico de
Mérida.
Premios
Ceres: Ceremonia de escaparatismo necio en tiempo de crisis
Por
José Manuel Villafaina
La
ceremonia de los Premios Ceres celebrada recientemente en el
Teatro Romano, cuestionada sin apasionamiento, viene a ser una necedad
revivida. El llamado acto cultural reivindicativo de "la grandeza del
teatro clásico" (según el presidente del Gobierno Extremeño Monago,
sin saber que en otra edición ya se dieron premios) no se ha digerido bien ni
como espectáculo, ni como algo lógico de unos premios ajenos (que en el
apartado del voto del público han sido un tongazo reburujado por el director,
que ha colado descaradamente su coproducción), ni como política cultural de
nuevos gobernantes con un funcionamiento "generosísimo", que sonroja
a golpe de chequera en tiempo de crisis. Sin embargo, no puedo despachar la
actividad, que ha costado 986.857 euros, con una simple calificación
despectiva, sin antes haber indagado y discurrido profusamente sobre esta
imagen de cultureta teatral de intereses organizada en la región.
Sepan
que hace tres años, cuando aún dirigía el Festival Paco Suárez,
criticaba desde varios medios las novatadas y despropósitos de unas propuestas
artísticas faltas de verdadera orientación, objetivos y fundamentos que valoren
el hecho teatral grecolatino, donde se incluían ridículas galas inaugurales y
de clausuras (para la entrega de premios), anunciadas a bombo y platillo como
"fiestas teatrales" -presuntuosas de pompa y glamour a la americana,
con alfombra roja para la entrada al teatro de autoridades y artistas-, que no
representaban ningún avance en la calidad y definición del Festival.
Con
aquel panorama de decepción, mi perplejidad en la edición de este año ha sido
ver el mismo "totum revolutum" artístico y despojo al Festival de
personalidad grecolatina en este acto de clausura, producto de la irrefrenable
atracción del escaparatismo necio (tal vez consustancial a la gestión política
sea cual sea su color) que, en estos momentos de recortes y prioridades, es una
mancha negra de la cultura de esta región, dándose la paradoja en la denuncia
que han mantenido estos nuevos responsables culturales sobre la gestión
anterior -de desastre artístico y descomunal despilfarro- que había dejado un
agujero negro en las cuentas del Patronato (angustiado por el embargo económico
hecho desde algunas compañías teatrales participantes y por la intervención del
Tribunal de Cuentas).
En
este sentido, no entiendo cómo el Festival tropieza ahora con el mismo pedrusco
teatral. ¿Qué tienen que ver estos premios a obras modernas, que naturalmente
no se han visto en el Teatro Romano, con la grandeza del teatro clásico,
señor Monago? Absolutamente nada. Entonces, lo que se nota de este
error cultural es el afán rápido de notoriedad entre torpes responsables
culturales y un grupito de artistas chafandines (y de pícaros críticos
teatrales del jurado, muy bien pagados, que no habían hecho ninguna critica de
las obras del Festival, porque no vinieron) que se han prestado a este juego
dispuestos a tergiversar la evidencia. No creo, pues, que esta edición del
Festival pase a la historia posicionando a Mérida dentro del mapa teatral
nacional (según el director Jesús Cimarro), porque la ceremonia ha
sido muy poco cultural y mediocre para lo que ha costado. Bien podrían haber
invertido ese dinero en incluir algún espectáculo más, en mejorar la calidad de
los que han participado (por ejemplo, en las coreografías de "Las
Bacantes", en potenciar los sub-coros que existían en el texto de
"Ayax", en facilitar adecuados programas de mano donde figuren
los personajes...) y en reducir el precio de las entradas para llenar el teatro
(que este año ha tenido un considerable descenso de público, que silencian).
Esto sería invertir con rentabilidad cultural.
Y,
sobre todo, porque esta modalidad de premios ya existe: los MAX de las
Artes Escénicas, mejor organizados y consolidados. Y en esta argumentación,
me permito sugerir a todos estos artistas que han participado, que tanto
énfasis han puesto en elogiar la idoneidad del marco incomparable para la
celebración de los premios, que lo pidan a los responsables de la organización
de los MAX, para que con sus presupuestos se den en Mérida y, lógicamente,
fuera del contexto grecolatino del Festival.
En
cuanto al espectáculo ofrecido ha consistido en un sugerido banquete
"platoniano" muy simplón, protagonizado por un grupo de actores
conocidos recitando algunos textos del menú ofrecido junto a la aburrida
presentación de los premiados. Todo mezclado con atractivas proyecciones sobre
la fachada del teatro (con las técnicas que ya se vieron en la obra de "Agripina"
de los extremeños de Arán Dramática) que paradójicamente cuentan la
construcción del teatro romano con los dioses griegos, y la actuación de cantantes
de ópera y de flamenco lejos de esa coherencia de ideas y contenidos
grecolatinos. A los actores se les notaba su falta de ensayos, por el
poco juego escénico (sólo salvo la presencia escénica y excelente dicción
de Juan Echanove), lo mismo que el coro que declamaba con esa
"prosodia" de colegio. Carlos Sobera presentó el
acto un tanto empalagoso por repetir la gala otro año y por elogiar un
festival que no ha visto.
En
fin, seguimos dando palos de ciego con estos nuevos responsables culturales incapaces
de imaginar, diseñar y construir un Festival que nos lleve a la gran fiesta de
la grecolatinidad.
El artículo fue publicado
en Septiembre de 2012 en los siguientes medios:
EL PERIODICO EXTREMADURA
(en prensa escrita y
digital el 5 de Septiembre de 2012)
REVISTA DE TEATRO
ARTEZ-BLAI
(el 5 de Septiembre de 2012)
EP EXTREMADURA PROGRESISTA
Actualidad y crítica
extremeña, con comentarios.
(el 6 de Septiembre de
2012)
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